miLA VUELTA (*)
Por Bertalicia Peralta
La calle principal a la derecha de la carretera sigue igual, es de asfalto como de asfalto era hace veinte años y las casas de quincha, con sus ventanas altas y pequeñas, casi siempre cerradas, las dos hileras de casas blancas a los lados de la calle, limpio, todo limpio y tranquilo, la gente mansa como las nubes que empuja velozmente el viento de verano. Todo es tan familiar que me resulta chocante, como si en este tiempo nada hubiera pasado.
“te asfixiará” dijo Carlos cuando le conté mi intención de regresar
es cierto
he deambulado por las calles
he conversado con amigos – de mis camaradas hay muy pocos,
todos se han ido a la ciudad –
he andado y
andado
la gente
sigue igual de amable, cordial, apagada
“¿por qué?, pregunté a Carlos, “¡es mi pueblo!” “También el mío”, contestó, “¿y eso, qué?” Me dió asco, confieso que me dio asco mi amigo querido, mi amigo del alma que así tan despectivamente hablaba de nuestro pueblo, que sin ningún rubor lo había abandonado para siempre y se dedicaba a vivir cómodamente en la ciudad, en su casa de tres recámaras y estudio y una mujer sofisticada y una empleada y un carro – yo también tendría uno – y me miraba como si fuera yo un huérfano y necesitara urgentemente que me mimaran y me orientaran y no un hombre hecho y derecho que me había quemado las pestañas y me había aguantado mis hambres y mis privaciones y no me había casado con Chabela porque no quiso acompañarme de vuelta –le prometí que regresaría a buscarla – y me había dado asco ser su amigo y lo quería y no sabía qué estaba pasando conmigo porque sentía que además lo estaba odiando por cobarde, por huevón y porque habíamos decidido años antes que regresaríamos todos a trabajar y a educar a la gente – “todo es cuestión de educación” repetíamos a coro – y a tratar de cambiar al pueblo y tener nuestros hijos, muchos hijos, y era cosa de tiempo nada más, mucho tiempo, sí, pero teníamos mucho por delante y el mundo era una cadena y haríamos nuestra parte y la gente tendría que aceptarnos y aceptar las cosas que queríamos cambiar como eso de que no hubiera comida porque la gente no sembraba porque no tenia dónde y no había cómo comprar terreno porque todos tenían dueños y bien sabíamos nosotros quiénes eran los “dueños” y cada cuatro años veíamos venirse la avalancha de candidatos como moscas a la miel y sentíamos que nos ardía la sangre debajo del cuerpo y una vez hasta tuvimos una célula y boicoteamos las elecciones y nos metieron a algunos presos porque siempre hay un hijoeputa hablador y se supo que éramos “extremistas” y “anti-patriotas” y no sé cuántas cosas más,
y Carlos
tuvo el coraje de mirarme y decirme “te asfixiará” y yo
no aguanto más, y estoy llorando, sí, porque qué coño voy a
hacer ahora en este pueblo si no hay nadie, si todos se fueron y yo
también.
(*) Publicado en la Revista Tareas, Nos. 22-23, de julio l972.
Marzo l972, Panamá.
Del libro “Puros Cuentos” de Ediciones “Hamaca”, 1988
³¡Júbilo, júbilo!
Todo es júbilo, Vida. ..²
–Stella Sierra
E N C O R E
Se trata de hacer las cosas bien, mani, de echarlo todo hacia
adentro, hacia donde ya no más, hacia donde no te alcancen, porque en este mundo toda la gente anda viendo como joderte y si tú jodes primero jodes mejor ese es el lema, cabrón, pero es el lema, yo hace ratote que lo estoy sabiendo, mani, lo que pasa es que a veces todo sale a pedir de boca y a veces no, como ahora, mani, que no sé qué va a pasar tú ves, ando loco, loco, locote, no sé que hacer, primero me destapé, me desgañité, me aloqué, me desorbité, luego lo cogí suave, suavecito, haciéndome el que nada, tú ves, que disque ya no, pero qué va, a mi me pasa que no puedo ocultar las cosas, soy como el país, mani, deslumbrante, desbordado, no me puedo guardar nada para mi solito, y caí, caí, resbalé a más no poder como si me hubieran puesto justo delante de los pies una cáscara bien resbalosa de plátano maduro y me volví un flan, una gelatina, y fue una vez y otra vez y me fue agarrando la cosa, la Olga con su caminao que es un bembe, mani, ay, que no me deja ni dormir porque si estoy dormido la sueño y si estoy despierto la miro y como dice la canción su recuerdo va conmigo, y resultó mucha hembra, mani, más de lo que te imaginas, más de lo que yo te pueda contar porque esas cosas no hay cómo contarlas, y empecé a preocuparme, en serio, yo, que me las traigo como quien dice, y caí en la tentación, en las mil tentaciones y comencé a buscar como un desenfrenado. Opovitam, pa¹ revitalizar el vigor perdido y nada, mani, luego fue Testivitam y tampoco, y ella tan fresquita, tan fresca, tan guapachosa, tan mírame como si nada, y recordé mani, la vez que fuimos a bailar allá en una boite, todos pegaditos y sudadotes pero qué importaba, nos abrazábamos a más no poder limpiando hebilla, ella pidiéndome con todo su cuerpo que la apretara mucho y yo gozando el momento divino, recordé, mani, a Solinka, cantando como siempre, como nunca, como sólo ella sabe hacerlo, aquello de todas las mujeres tienen/ en el ombligo una pasa/ y más abajito tienen/ con lo que pagan la casa y cuando decía Solinka con su voz que es como una lengua que se te mete dentro, ponme la mano Caridad, era el suin todo chévere, era cuando ya empezaba uno a llegar a la gloria y a querer meter candela en el cuerpo de Olga porque ella te ponía a bufar de deseo, mani, porque en mi vida he visto hembra más cabrona y lo digo en el buen sentido de la palabra, no vayas a creer, mani, mira que si hay alguien que la respete ese soy yo, y Olga tan estirada, al día siguiente temprano, tempranito se levantaba y se tomaba su café con leche, y se iba pa¹l trabajo y yo quedaba en la lipidia, mani, en la pura lipidia, y Olga se reía y con su aire de suficiencia me miraba por encima del cuello todo terso y adorado, allí mismo donde yo había besado y mordido y bajado hasta sus senos, Olga se reía y decía algo así como qué te pasa, tan pronto se te acabó la gasolina?, y yo por su causa ya había perdido dos trabajos y ella seguía en el suyo tan como si tal cosa, y luego vino lo del chino de la tienda, que nunca falta un hijo¹e puta que venga a fregar la vida, y el chino no le quitaba el ojo de encima a Olga y ella feliz, mientras más la miraban queriéndosela comer, más feliz, reía de felicidad, chillaba de felicidad, brincaba de felicidad, me jodía de felicidad, todo lo hacía de felicidad, para dársela de muy, tú ves, y yo tenía que empujar, mani, tenía que responder, no era verdad que me iba a quedar así no más como si toda la cosa, y sacaba fuerzas no sé de dónde y haciendo de tripas corazón me levantaba y empezaba a buscar algo que hacer, dónde levantar la lana, mani, porque la cosa está muy dura, tú ves, y cuando pierdes un trabajo dónde vas a conseguirte otro, y empecé a vender rifas y boletos de la Cruz Roja pa¹ ganarme mi comisión tú ves, traté de conseguirme un trabajo de díler en los Casinos, pero qué va, mani, resultó que allí querían tipos apuestos, gallardos, una especie de Warren Beatty panemenses, inconseguibles en una tierra donde todos somos paticortos, zambos, barrigudos, y la curiosidad me picó y fui a verlos al Hotel Lux y no había ninguno así como Warren Beatty, así que seguí vendiendo y esta vez entré en Seguros de Vida, pero tampoco duró, no pude aprenderme el lavado cerebral que había que decirle a la posible víctima porque yo no creía en eso, mani, tú ves, y a todo esto, mientras yo sudaba y pateaba calles y perdía trabajos Olga parecía revivir, renacer de entre las cenizas, pródiga, radiante, risueña, alegre, con su caminao de yegua en celo, brillante de piel, de ojos, de dientes, y se me tiraba encima y olía no a Chanel número cinco del que anunciaban en la televisión, sino a calle, a bahía a las cinco de la tarde, a culantro en el amanecer, olía a mariscos frescos, a desnúdate y desnúdame, a caída aplastante, profunda, sin frenos, pedaleando, mani, pedaleanado furiosamente, rápido, jadeante, lento, lento, a caída sin término y Olga volvía a renacer, como una diosa con poder para renacer mil veces, y mil veces magnífica, y a mi el aire me faltaba, la respiración me ahogaba y ya no pude y grité, y quedé patitieso, y déjame por-fa-vor-que-ya-no-a-guan-to y a pesar de los no sé cuántos frascos que había terminado de Opovitam y Testivitam no cogí ningún vigor, no reaccioné mani, tú ves, y no pude, no pude repetir, no pude